Viernes 19
de septiembre, 2008
Hoy después
de un mes de ser amigos, Luis por fin decidió marcarme a mi casa. Mi mamá
contesto el teléfono y me dijo que era para mí. Tomé la llamada y como lo suponía,
era él. Estuvimos conversando alrededor de 20 minutos, hablamos de muchas
cosas, hasta que me pido que saliéramos, pues tenía algo importante que
decirme. Le respondí que sí. La cita fue el domingo a las 11 de la mañana en
metro Cuatro Caminos.
Cuando colgué
no pude evitar gritar de la emoción. Había conseguido que me marcara, pero lo
mejor de eso fue, que me invitara a salir. No me importaba el lugar ni la hora,
solo me interesaba estar con él y confesarle en ese día todo lo que llevaba
guardado durante un mes.
Al día
siguiente me desperté y lo único que quería era que se pasara volando el tiempo para que fuera domingo. Ese día acompañe a mis
padres de compras, pues como cada mes es costumbre ir por la despensa de la
casa. Le pedí a mi madre que me comprara una puesta de ropa porque al día
siguiente tenía una cita. No me hizo gestos ni caras y me dio el dinero para
comprar lo que yo necesitaba. Al llegar a casa aliste mis cosas y decidí irme
temprano a la cama. No podía dormir de la emoción, tan solo de saber que algo pasaría
mañana. Después de un largo rato por fin me dormí. El día llego.
Domingo 22
de septiembre.
Eran las 10:30 de la mañana. Salí de mi casa y me dirigí hacia el metro. Cuando llegue él ya estaba ahí.
Lo salude y me dijo que iríamos a Coyoacán. Llegamos a la estación de viveros y nos dirigimos hacia
el parque. Mientras llegábamos me tomo la mano y me dijo que hoy me veía bonita
dándome las gracias por haber aceptado
salir con él. Le respondí que no tenía porque darme las gracias ya que al igual
que él tenía algo importante que
decirle.
Llegamos
al parque. Un lugar tranquilo, bonito, con ardillitas por todas partes, con gente corriendo y haciendo deporte. Era un día
cálido y perfecto para este momento. No sentamos en una de las bancas que se encontraban en el parque y nos quedamos
por un instante callados hasta que…saco de su mochila una rosa y unos
chocolates. Me dio la rosa, tomándome la mano, me pidió que fuera su novia.
Me quede pasmada
y sin palabras……
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ResponderEliminarAndrea, a pesar de que parece ser una historia como miles del tipo "romance en la prepa", cuando se ha corregido la redacción (véase abajo), se deja leer con cierto interés. Uno, claro está, espera que no sea únicamente eso sino mucho más: algo original que no solo provoque nuestro interés sino también nuestro pensamiento. ¿Así será? Habrá que verlo en la próxima entrada. Y, como sabe, no vuelvo a corregir las entradas como he corregido esta.
ResponderEliminar• El comienzo de una amistad
• Me senté…
• Total, ya le había pedido eso, así que había logrado lo principal: hablarle.
• Esperé a que termináramos todas nuestras clases.
• Lo esperé y le pregunté si podía acompañarme a tomar mi pesero, y él me respondió que sí.
• En el transcurso del viaje le pregunté su nombre, y él también me preguntó el mío.
• Estuvimos platicando hasta que me despedí para irme a casa.
• Ese día fue genial porque di el primer paso.
• Al día siguiente, cuando llegué al salón, todo cambió.
• Me senté donde siempre.
• Cuando él llegó, se sentó a mi lado.
• Empezamos a platicar de lo que nos gustaba: si nos agradaban las clases, los maestros, los compañeros…
• En fin, lo que uno siempre quiere saber de otra persona.
• Así comenzó una buena amistad. Por un tiempo estuvimos platicando, mejor dicho, conociéndonos.
• Llevábamos apenas un mes de clases pero sentía como si lo hubiera conocido de años.
• Era muy lindo conmigo. Siempre me acompañaba a tomar mi pesero. • Esperaba hasta que yo me iba.
• En la escuela me hacía reír con sus anécdotas: cosas interesantes que siempre hacían sus pláticas amenas.
• En un mes conocimos muchas cosas de ambos, hasta que llegó el día que siempre había anhelado y que jamás pensé que podría llegar.
• Cuando llegamos a la escuela, antes de entrar a clases, me dijo que en la hora libre tenía que contarme algo.
• Yo le dije que sí. Pero… ¿Acaso sería lo que yo me imaginaba?
• ¿Me diría que le gusto?
• O peor aún: ¿que ya no quiere mi amistad?
• Yo no podía sacarme de la mente qué era lo que él quería preguntarme, así que esperé hasta que llegó la hora libre.